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6 de febrero de 2011

Gerrit Dou y la uroscopia


Gerrit Dou (1613-1675). El Médico (1653). Detalle
Kunsthistorisches Museum. Viena


Durante mucho tiempo -sobre todo en la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco- la uroscopia, definida por el Diccionario de la Lengua Española como la "inspección visual y metódica de la orina, antiguamente usada para establecer el diagnóstico de las enfermedades internas", fue el procedimiento más utilizado en medicina para determinar los padecimientos del paciente; hasta tal punto que los pintores holandeses del siglo XVII la representaron en múltiples ocasiones como símbolo por excelencia del acto médico.

Gerrit Dou(1) fue uno de esos pintores holandeses del Barroco, que nació en Leiden, el 7 de abril de 1613, y falleció en la misma ciudad el 9 de febrero de 1675, a los 61 años de edad. El primer maestro de Dou fue su propio padre, un grabador de vidrio. Luego fue aprendiz con otros artistas locales, un grabador de cobre y un pintor sobre cristal. En 1628, con 15 años, se convirtió en el primer discípulo de un joven Rembrandt, que entonces contaba tan sólo 22 años de edad. Con Rembrandt se formó durante tres años, y de él adquirió algunas de sus habilidades más características, como el exquisito uso del color y la forma de plasmar los más sutiles efectos del claroscuro.

Desde que Rembrandt se trasladó a Amsterdam, en 1631, Gerrit Dou se convirtió en el pintor más importante de Leiden; una ciudad que, además de por su famosa universidad, destacaba por ser el principal centro productor de arte al gusto de la época. Al principio de su carrera, Dou, realizó algunos retratos; pero estos fueron disminuyendo gradualmente, ya que los retratados eran reacios a darle el tiempo que él consideraba necesario para realizar sus obras. Cuentan que podía tardar cinco días en pintar una mano. Puede que algo influyera su formación infantil, trabajando cuidadosamente un material tan delicado como el vidrio; pero, posiblemente -aunque esto no lo pueda afirmar- fuera el propio carácter del pintor, extremadamente minucioso, hasta cierto punto obsesivo con el orden y la limpieza, que esperaba -cuando se movía en su estudio- a que se depositara la última partícula de polvo antes de continuar pintando, y se fabricaba sus propios pinceles porque pensaba que nadie podía proporcionarle los que requería para ejecutar sus finas pinceladas, el que le hacía trabajar tan lento. Pocos pintores le han dedicado tanto tiempo, como él, a plasmar tan meticulosamente cada uno de los detalles de sus imágenes. Por todo ello, se especializó en obras de pequeño formato, con escasos personajes, y donde se reproducen los efectos de la luz (ya fuera luz natural, que entraba por una ventana, o la que podía producir la llama de una vela) como pocos lo han conseguido, con colores admirablemente frescos y transparentes, y un efecto general delicadamente armonioso. No obstante, a pesar de su característica minuciosidad, a Dou -que debió ser un trabajador infatigable- se le atribuyen más de doscientas pinturas, que se encuentran repartidas por las principales pinacotecas del mundo. Pintó variados temas; pero es conocido, fundamentalmente, por sus interiores domésticos, por lo general con pocas figuras, enmarcadas por una ventana o por las faldas de una cortina y rodeadas de libros, instrumentos musicales y otros objetos alusivos al tema que se representaba. Él y sus discípulos, como Gabriel Metsu y Frans van Mieris el Viejo, fueron conocidos como fijnschilders (que podemos encontrar traducido como "buenos pintores" o "pintores finos") por la pulcritud y el detallismo con que representaban sus escenas. Lo cierto es que Dou alcanzó gran fama en su época, fue próspero y respetado a lo largo de su vida y sus cuadros alcanzaron elevados precios; teniendo como clientes no sólo a la burguesía protestante holandesa, sino a monarcas y aristócratas como la reina Cristina de Suecia, Leopoldo Guillermo de Habsburgo, archiduque de Austria y conocido mecenas de las artes, Cosme III de Médici y el rey Carlos II que Inglaterra, que ofreció a Gerrit Dou el puesto de pintor en su Corte; pero éste prefirió seguir con su vida tranquila y ordenada en Leiden.

Entre los temas que más gustaban entonces, a juzgar por el gran número de cuadros en los que aparecen, se encontraban las escenas que representaban diversas actividades médicas; y, entre ellas, la de un médico practicando la uroscopia. Sólo entre Gerrit Dou y su paisano y contemporáneo (aunque trece años más joven) -y a la vez tan distinto en el modo de expresar su arte- Jan Steen (sobre quien tenemos mucho que hablar), llegaron a realizar cerca de veinte versiones de médicos uroscopistas.

En realidad, a través de los tiempos, los pintores han representado a los médicos en incontables ocasiones. A veces, mediante retratos con mayor o menor presencia de símbolos de la profesión; pero también, con frecuencia, mostrando escenas en las que se ejecutan distintas actuaciones diagnósticas o terapéuticas. Y, no por casualidad, una de las más representadas ha sido la uroscopia. Durante cientos de años, como hemos dicho antes, la inspección visual de la orina fue uno de los métodos diagnósticos más utilizados, si no el que más. Ya en los tratados hipocráticos se hace referencia a la utilidad del examen de orina para el diagnóstico de determinadas enfermedades. Pero, según los testimonios gráficos con los que contamos, podemos decir que la uroscopia va adquiriendo relevancia en la Edad Media y se sigue utilizando de manera generalizada durante el Renacimiento y el Barroco, e incluso bastante tiempo después. De modo que, para los artistas de la "edad de oro" de la pintura holandesa, en el siglo XVII, se trataba de la práctica distintiva del médico.

Las primeras representaciones conocidas de la escena uroscópica -según Amalia Pati- se encuentran en manuscritos médicos del siglo XII; aunque aparecen también en obras de distinta naturaleza, como breviarios y devocionarios. La misma escena se esculpe en algunas catedrales europeas, como la Catedral de Ruán, o se talla en las puertas del campanario de la Catedral de Florencia. Tampoco era raro "...ni se consideraba impropio, representar a Cristo como un uroscopista simbolizando, de este modo, sus superiores poderes curativos".(2) Pero nunca, hasta que lo hicieron los pintores barrocos holandeses, la escena había sido tan frecuentemente representada.


Entre las numerosas versiones que Gerrit Dou realizó de la escena uroscópica, una de las más conocidas y mi preferida es la que pintó en 1653, que actualmente se encuentra en el Kunsthistorisches Museum (Museo de Arte de Viena), y en la cual el pintor se retrata a sí mismo como médico. En el inicio de esta entrada se puede ver, en detalle, al pintor en su papel de médico, y a continuación se reproduce el cuadro en su totalidad.

Gerrit Dou (1613-1675). El Médico (1653)
Óleo sobre tabla. 49,3 x 36,6 cm.
Kunsthistorisches Museum, Viena

La escena se abre al espectador mediante un enorme arco con balcón (que Dou emplea con mucha frecuencia), decorado con una suntuosa cortina azul y relieves en la parte inferior. El médico, protagonista del cuadro, realiza una uroscopia observando atentamente la "matula", "...una vasija de vidrio de forma esférica en su parte inferior, con un cuello de grosor variable, que simulaba, en definitiva, la forma de la vejiga".(3) Delante de él cuelgan una alfombra ricamente bordada, una bacía de metal (como aquélla de barbero-sangrador que don Quijote usaba a modo de yelmo), un frasco de plata adornado con relieves, un libro con ilustraciones del esqueleto humano, seguramente una copia de De humani corporis fabrica, de Vesalio, que, por su estado, parece ser objeto de reiteradas consultas, "...y -como apuntan Vigué y Ricketts- un globo terráqueo medio velado por la cortina, símbolo de la alquimia, tenida por falsa ciencia. Estos elementos pretenden plasmar la amplitud y profundidad de los conocimientos de este médico, pero también la enorme capacidad del pintor para representar todas las cualidades materiales de los objetos".(4) Detrás, oculta en las sombras (la luz entra por una ventana situada a la derecha del médico), hay una mujer; quizá una sirvienta del médico, o de un paciente que ha enviado la orina para que la examine y determine la enfermedad que padece.


Pero existe otro cuadro, muy famoso, que no se puede dejar de ver si hablamos de Gerrit Dou y la uroscopia. Se trata del conocido como La mujer hidrópica, y lo podemos visitar en el Louvre.

Gerrit Dou (1613-1675). La mujer hidrópica (c. 1663)
Óleo sobre tabla. 86 x 67,8 cm.
Museé du Louvre. París

Dejemos que sean los expertos Jordi Vigué y Melissa Ricketts quienes nos lo expliquen:


"La obra representa una escena de género que tiene como protagonistas a una anciana enferma y un médico envueltos en la penumbra de una habitación. El médico va ataviado con las ropas propias de su oficio. Está situado en el centro examinando una muestra de orina a través de un frasco de vidrio. A su derecha se encuentra la pretendida enferma, con el rostro lánguido vuelto hacia la luz, que entra por el cristal de la ventana. Junto a ella hay una mujer de mediana edad sosteniendo en una mano la cuchara con que ha estado intentando dar de comer a la mujer. A sus pies, una muchacha toma la mano de la enferma, mientras la mira, llena de pena. La intimidad que se desprende de las actitudes de este grupo, formado quizás por las tres generaciones de mujeres de una misma familia, contrasta con la frialdad analítica del médico, que observa el color de la orina de la paciente.

La hidropsia[sic] era una enfermedad relacionada con el exceso de fluidos en el interior del cuerpo causando debilidad de las extremidades o congestión pulmonar y cardíaca. En la época en que Dou pintó esta obra, uno de los métodos habituales era el análisis de orina o uroscopia. La orina se vertía en un frasco de cristal denominado matula, igual al que sostiene el médico de esta obra. El análisis incluía la observación del color, los sedimentos y la densidad, oler, e incluso probar la muestra para determinar su acidez. Luego se comprobaban los resultados con una lista general de hasta 20 gradaciones de color con sus correspondientes explicaciones y diagnóstico.

Muchos profesionales, como Thomas Brian en su panfleto El profeta del Pis (1637), condenaron los frecuentes abusos que originó esta práctica por parte de charlatanes y falsos médicos".(5)


Con el avance de la medicina, a partir del siglo XVIII y, sobre todo, durante los siglos posteriores, la uroscopia dejó de tener importancia como método diagnóstico, y los artistas dejaron de representarla, para seguir siendo cronistas de su tiempo, demostrando así -como señala Amalia Pati- "...la íntima relación entre las manifestaciones artísticas y la ciencia médica".(6)


NOTAS
(1) El nombre de Gerrit Dou lo encontramos escrito, a veces, como Gerard, y el apellido como Dow o Douw. Aquí empleamos la forma más usual y frecuentemente utilizada.
(2) PATI, Amalia (2007): "¿Qué es la escena uroscópica?". Medicina & Cultura, 1, 3 [Disponible en: http://www.medicinaycultura.org.ar/03/Pintura_01.htm; consultado el 6 de febrero de 2011].
(3) Ibidem.
(4) VIGUÉ, Jordi y RICKETTS, Melissa (2008): La Medicina en la Pintura. El Arte Médico. Barcelona, Ars Médica: 133.
(5) Ibid.: 142.
(6) PATI, Amalia (2007): Loc. cit.


Enlaces de interés:
Una forma distinta de tratar este tema se puede encontrar en el estupendo y divertido blog Medicina Joven: "Diagnosticar con el olor y color de la orina".

10 comentarios:

  1. Magnífica entrada y muy bien documentada, nunca había leido sobre el tema y me parece de lo más interesante. Ya en época de Galeno se estudiaba la orina y aún hoy se observa el olor y el color para hacer un diagnóstico de numerosas enfermedades, pero desconocía que el tema se hubiera llevado al arte.

    Un saludo :-)

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  2. Vaya artículo en toda regla, Francisco. Me ha parecido magnífico todo; completísimo, elegante y cuidado; no has dejado ni un cabo suelto (¡no me extraña que hayas tardado tanto en publicar!). Dou,es, desde luego, un dignísimo representante del barroco pictórico - del que apenas sabía nada - y digno heredero de su genial maestro (y por lo que veo, de su inmortal obra "La lección de anatomía del doctor...").
    Te felicito - como siempre -.
    Muchas gracias profe, ha sido un placer
    Un abrazo.

    PD: ya te echaba de menos

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  3. Parte de un texto interesante que he hallado al respecto de la Hidropesía:

    >>En Enfermedad y muerte de Cervantes (1999), el doctor Antonio López Alonso, decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid, afirma que "existe un estimable porcentaje de probabilidad de que la enfermedad que padeció Cervantes fuera una cirrosis hepática con diabetes secundaria que condujo a su muerte en 1616". Tras escrutar su obra literaria, este catedrático de traumatología concluye que el escritor habla de tres síntomas de su padecimiento: hidropesía, polidipsia y astenia. Tanto en El Quijote como en Viaje del Parnaso, Cervantes marca con claridad lo que él entendía por hidropesía, que no es otra cosa que la acumulación de líquido en la cavidad abdominal. <<

    http://www.laondadigital.com/laonda/LaOnda/201-300/220/a1.htm

    Un saludo, amigo Francisco.

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  4. Gracias Pedro. Me alegra que te haya gustado esta entrada. Efectivamente, el estudio de la orina se viene realizando desde los primeros tiempos de la medicina. Primero fue la inspección visual, macroscópica, como era la uroscopia. En el siglo XIX aparece el diagnóstico de laboratorio. Hoy las técnicas están tan avanzadas que la uroscopia sólo serviría (lo digo exagerando) para informarnos si el paciente ha comido remolachas (por el color) o espárragos (por el peculiar olor)...
    Agradezco mucho tu comentario y te felicito (ya lo haré con más detenimiento) por tu magnífico artículo sobre "el conde de Orgaz".
    Un cordial saludo.

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  5. Eres muy amable, Lola MU, y yo te lo agradezco muchísimo.
    He tardado tanto en publicar por una nefasta conjunción planetaria, más que por documentarme para esta entrada... Han coincidido en el tiempo mi compromiso para redactar una ponencia importante, las tutorías virtuales a los alumnos de la Facultad y de un curso para titulados y, sobre todo, la desgracia de haber sufrido los fallecimientos de familiares y amigos, durante los dos últimos fines de semana (que es cuando aprovecho para escribir en los blogs). Ojalá termine ya la mala racha...
    En cuanto al "barroco pictórico", como el musical, simplemente me apasiona. Y da para mucho, mucho...
    Gracias por ser tan linda y echarme de menos. Me siento halagado por ello.
    Un beso.

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  6. ¡Cuánto se puede aprender en cada página del Quijote! Prácticamente, es un tratado sobre los saberes galénicos de la época; y nunca deja de sorprenderme la enorme cultura médica de don Miguel de Cervantes, que no se puede explicar sólo por su relación familiar con parte de la profesión.
    Agradezco mucho tu referencia, como siempre oportuna e interesante.
    Un cervantino abrazo, amigo José Manuel.

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  7. Parabéns Francisco, pelo todo interesssante relato feito acima. Interessante pensar sobre a evolução da nossa medicina. Falando em uroscopia, lembrei de uma história: conta-se que, certa vez, o duque Henrique I, da Bavária, procurou enganar o Dr. Notker, o médico medieval mais famoso em diagnósticar por meio do exame de urina. Para ele enviou, como sendo sua, a urina de uma grávida. Notker, percebendo a gozação, enviou ironicamente o seguinte laudo: "Deus está por fazer o retumbrante milagre de um homem vir a dar luz a uma criança."

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  8. Ole con tu entrada. Muy interesante.
    Esto de los fluidos corporales es un poco asquerosillo, pero el arte todo lo dulcifica.
    Con tus entradas me voy reafirmando en mi idea de que los médicos han sido siempre unos auténticos héroes en pos de sus conciudadanos.
    Un abrazo

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  9. Muchas gracias, Renata, tanto por tu amable felicitación como por esa divertida anécdota sobre el Dr. Notker que nos regalas y que a mí me ha hecho reír. ¡Genial Notker!
    "Abraços!"

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  10. Pues sí, Ana, algo "asquerosillo" puede haber en muchos procedimientos diagnósticos y terapéuticos en medicina... Ya te puedes imaginar, por ejemplo, como se diagnosticaba la diabetes... y alguien descubrió que había una enfermedad con una clínica parecida, pero sin azúcar en la orina, y la llamó "diabetes insípida".
    Muchas gracias por tu comentario, por la amabilidad conmigo, a nivel personal, y por tu homenaje a la profesión que me apasiona.
    Un cariñoso abrazo.

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